Por Juan Carlos De Petre
Gracias Kandisnki por prestarme el nombre de tu necesario libro y algunas de sus palabras para hablar del espíritu en el teatro.
Si hay un arte donde es posible manifestar esta realidad, es precisamente en el nuestro. Hombres y mujeres, concretas, presentes, ponen sus cuerpos a disposición de los demás, expresando la obra.
Cuerpo: reservorio y contenido de vida. Vida: programación orgánica autónoma, animada por... De esta animación se trata.
¿Qué nos alienta a movemos, a sentir, pensar, hablar? ¿Un determinado componente de la estructura física? ¿Es el espíritu una entelequia? ¿Existe una forma de convocarlo, como por ejemplo proponía Stanislavski con la memoria emotiva para conseguir algún determinado estado de inspiración?
El espíritu, al igual que el cuerpo, se desarrolla y robustece con el ejercicio. El cuerpo abandonado se debilita y se hace impotente; lo mismo ocurre con el espíritu.
Nuevamente las preguntas ¿Cuáles ejercicios? ¿Qué técnicas lo pueden expandir? En el arte y en la vida misma, todo se reduce a la práctica. Al modo, forma y manera de la realización.
La observación más superficial, muestra al mundo interior pugnando constantemente por manifestarse, pidiendo que sus voces sean escuchadas. Intuiciones, impresiones, predicciones, conjeturas, certidumbres, visiones.
¿Subconsciente? Noción implantada como receta genérica para nombrar cualquier fenómeno espiritual invalidándolo, asignándole autoría en los acontecimientos involuntarios que irrumpen en la conciencia, pertenecientes al currículo personal de experiencias enterradas a lo largo y ancho de la existencia. Ignorada la fuente, las aguas vivas derrochadas, no llegarán a los desiertos del alma.
Y dando manotazos a muletillas del mismo tipo, se acude al manoseado "inconsciente colectivo" justificando contenidos sociales supuestamente categóricos. La burguesía mental utiliza vocablos reconocidos, consagrados, que no la saquen de la comodidad de su lenguaje analítico y que le otorguen, de paso, reputación de inteligencia.
La liviandad del análisis psicológico, conduce a la negación absoluta del propósito científico de esta disciplina: ciencia del alma. Semejante postulado obliga a nuevas preguntas. ¿Existe el alma? Kandinski cita a Virchov un científico: "He embalsamado muchos cadáveres y jamás hallé un alma."
No toda materia tiene la misma densidad, las hay muy groseras, y otras más sutiles. Por eso, volviendo al tema del alma: una de las causas del actual envilecimiento del teatro tiene su origen en el uso que hacen de él los desalmados afirmando su negación. ¿Ese componente intangible, escasea en nuestro arte?
Quizás sea una potencia en germen, pero entonces ¿hasta que esa posibilidad sea concreta en el individuo no habría psicología para él? ¿Será el espíritu promotor del nacimiento del alma? ¿El esposo gime de amor llamando a su amada?
Un teatro verdaderamente psicológico sería aquel donde el espíritu descubra el alma humana, revelándola, haciendo de la representación un acto de Conocimiento.
Se hace evidente que el parentesco general de las obras, que se afianza y no se empobrece con el tiempo, no se encuentra en lo formal, en lo externo, sino en el origen de los orígenes, en el contenido místico del arte.
La propuesta de una metodología para el desarrollo espiritual que tenga como fin su expresión teatral debe tener en cuenta, antes que nada o después de todo:
El reconocimiento del espíritu como existencia interior para permitirle que cumpla el rol de agente creador esencial.
Identificar posteriormente a través de un riguroso procedimiento de investigación, sus modos expresivos: movimientos, gestualidad, estímulos, grafías, símbolos, sonidos, palabras.
A continuación, habiendo diferenciado y clasificado estos elementos, ejercitar el hábito de la lectura, es decir, aprender a leer el significado íntimo descubierto.
La obra del espíritu será el espíritu en obra. Estructura, montaje y puesta en escena, darán alma al teatro. Kandinski cita:
Maeterlinck, un pionero de la composición anímica del arte moderno que se producirá en el futuro dice: "No hay nada sobre la tierra que se incline con tanta fuerza a la belleza y se embellezca con tanta sencillez como el alma... Por ello, escasas son las almas que resisten en la tierra a otra alma entregada a la belleza."
En el universo, el semejante llama al semejante. Busca el aliado, aquel que comprenda su mensaje, alguien que todavía no lo es puede serlo por la fuerza y convicción de la realidad expuesta. Rendirse ante la evidencia es principio de sabiduría.
Lo curioso de esto es que Kandinski, hablando del espíritu, concluya en la abstracción. ¿Será entonces que el teatro alentado por el espíritu deviene abstracto? ¿El actor o la actriz dejan de ser carne y huesos?
Sucede un doble fenómeno: la materia se espiritualiza, el espíritu se materializa. Siendo hombre o mujer también son líneas, puntos, círculos, triángulos, color, sombras, luz. Seres humanos describiendo parábolas, figurando arquetipos, señalando recorridos de ascenso o consecuencias de caídas, intérpretes vivos del trayecto viviente.
El artista construye misteriosamente la auténtica obra de arte a través de una vía mística. Aislada de él, ella toma vida propia y se constituye en algo individual, una entidad independiente que respira en forma autónoma y posee una existencia material real. No es casual ni un fenómeno sin importancia el que se mantenga inerte en el mundo espiritual, ya que es una entidad dotada de fuerzas activas y creativas. La obra de arte vive y actúa, influye en la constitución de la atmósfera espiritual.
Querido Kandinski, tratamos de ganar espacios a la tierra, me gusta el mar porque no tiene límites, amo el cielo porque termina en ninguna parte. Ejerzo el vacío para darle espacio al movimiento del espíritu y no hay mayor desilusión que cuando le cierro las puertas por temor a sus vientos.
La representación es tan fugaz como su propia naturaleza, pero no lo será su vibración si está encendida por aquella llama: algo de calor y luz se llevarán los testigos.
Hasta pronto mi amigo. No seguimos viendo.
TODAS LAS CITAS: DE LO ESPIRITUAL EN EL ARTE, DE VASILI KANDINSKI