RTC 31

HACER TEATRO HOY. ARGENTINA

AGREGADOS CULTURALES

Por Eduardo Pavlovsky

 

Quisiera tocar un tema que nunca dejó de sorprenderme y para el que todavía no he obtenido una respuesta inteligible.
Desde 1975 que concurrí con El Sr. Galíndez - el Teatro Payró - al Festival de Nancy (Francia) hasta este último año 2006 - que fui invitado al Festival Internacional de Otoño en Madrid - he concurrido a no menos de sesenta Festivales Internacionales de Teatro representando al país. SÓLO en seis o siete oportunidades el agregado cultural me llamó o se me acercó para tomar contacto conmigo.
Los dos casos extremos fueron en 1987, en Montreal, donde mi obra Potestad ganó el primer premio de actuación y de mejor texto. El conjunto oficial del Teatro San Martín se hospedaba en mi mismo hotel. El día 25 de mayo de 1987 el embajador realizó un asado para conmemorar la fecha patria e invitó al Teatro Oficial dejando de lado a los actores de Potestad.
En 1988 volví a Montreal con mi obra Pablo y le pregunté al agregado cultural en una reunión por qué no había sido invitado el año anterior el 25 de mayo y me contestó con evasivas. Estamos hablando de gobiernos democráticos donde no debieran caber tales deslices.
El otro ejemplo fue en el Festival Internacional de Los Ángeles en el 2004. Fui premiado como dramaturgo por mi trayectoria; el otro premiado fue un mexicano. Me dijeron los organizadores que habían notificado a ambas embajadas. El día de la premiación el cónsul y el embajador mexicanos estuvieron presentes en la entrega al autor mexicano. A mí me entrego el premio un norteamericano ante la ausencia de ninguna representación argentina de la embajada.
A España fui invitado ocho veces, incluyendo Cádiz y Madrid. Solo una vez, en 1994, que concurrí con Globos Rojos, el embajador tomó contacto conmigo e invitó al elenco a cenar a su casa. Debo agregar que la presencia en Madrid siempre incluye notas en los diarios y aparición en la televisión cada vez que voy. Estuve exiliado allí y siempre creo tener un trato preferencial de parte de los españoles. Pero este año en el 2006 en el Festival de Otoño - un tal Sr. Alleman que tiene una oficina de intercambio cultural, y que además es psicoanalista - ni siquiera me llamó por teléfono. Era imposible que el tal Sr. Alleman ignorara mi presencia por la repercusión de la obra y la publicidad en los diarios.

No puedo dejar de nombrar las atenciones de la embajada Argentina en Venezuela, cuando concurrí en 1995 con Potestad y Globos Rojos (Festival Internacional de Caracas). También la de Londres en 1987 cuando estuve en el Festival Internacional. También Ottawa; y en Chile me llamó el secretario de Caffiero por si necesitaba algo. En Costa Rica el agregado cultural en 2005 llegó tarde para entregarme un premio como dramaturgo.

No se trata de problemas políticos. Soy consciente de que en los años 70 íbamos muy pocos a Festivales Internacionales a representar en teatro al país y hoy, en cambio, son muchos los conjuntos.

Pero a veces un simple llamado telefónico de algún agregado cultural es, para nosotros, una muy linda sensación de reconocimiento. Insisto: no es un problema político. Sino de descuido. Pero los descuidos duelen mucho. Para quienes como yo estamos sobre el final de la carrera quisiéramos que para las nuevas generaciones exista una mejor atención.

Por otra parte ¿De qué trabajan los agregados culturales además de jugar al golf?

Señores: estoy hablando de 60 Festivales Internacionales con obras mías en Europa, EEUU y Latinoamérica y solo seis veces tomaron contacto conmigo los agregados culturales.

En todos los lugares había representación diplomática. ¿Es muy poco? ¿O no?

 

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