Sumario

Editorial

Hacer teatro hoy

La escena
iberoamericana


Separata

Investigar el teatro

CHILE. PREFACIO A LA "GALEMIRI, ANTHOLOGIE" 1

Por Adel Hakim 2

 

ATACAR LAS PALABRAS
Adel HakimSin duda, como siempre que se trata de un autor verdaderamente original, hay algo obsesional en la escritura de Benjamín Galemiri.
Aquí, esta obsesión se constata en la recurrencia, la exploración en todos sus múltiples pliegues, el desarrollo a veces hasta el hartazgo de la relación entre sexo y poder, entre hombre y mujer.
Como sabemos, hay algo libidinal en todo lo que concierne al poder.
Pero Galemiri lleva este tema hasta el extremo, hasta el absurdo, ya que sus personajes, lejos de hacer funcionar el dúo de manera inconsciente, saben - puesto que conocen las leyes del psicoanálisis - que uno de los elementos de la pareja no funciona sin el otro.
Se transforman cada uno de ellos en algo tan sospechoso, preocupado, obsesionado, atormentado, sometido, devorado, que terminan por transformar el tándem hombre-mujer en un vacío.
Y es ahí que interviene el genio de Galemiri: a fuerza de hipertrofiarse, lo que concierne al sexo podría decirse que se esteriliza, y lo que corresponde al poder termina por perder toda influencia verdadera.
No queda más que, por una parte, elfantasma; por la otra, las palabras relativas al sexo y al poder en lugar de las cosas en sí: la apariencia en lugar de la esencia.
Y es precisamente en ese terreno que se sitúa la fuerza de la dramaturgia de este gran autor.
En una de sus obras, "Edipo-Asesor", Galemiri dice: "Cuando las palabras ya no dicen más que lo que dicen, entonces hay que atacarlas o alterarlas".
Esta guerra declarada a las palabras parte de la constante de que, en el mundo neoliberal - volveremos sobre la manera singular en que Galemiri procede con este tema - se pretende que las ideologías han muerto.
Es una mentira, naturalmente.
Lejos de haber muerto, las ideologías han sido suplantadas, bajo la máscara del lenguaje.
El lenguaje del poder contemporáneo tiene por objetivo enmascarar una ideología que puede reducirse a una sola palabra: ¡éxito!
Ideología débil, quizá; de una gran pobreza conceptual, ciertamente; pero increíblemente eficaz, ya que segrega todo un sistema fundado sobre la ilusión (la ilusión "vende", claro), una ilusión que conduce a un individualismo agresivo que acaricia el ego.
En la esfera de la empresa, como en la de la vida privada, este concepto provenía de lo social, de lo religioso, de lo familiar, de lo colectivo.
Incluso el éxito de una empresa no es considerado como un éxito colectivo, sino como el éxito de la suma de los individuos.
Reunidos para la ocasión e independientemente de todo contenido o incluso de los productos de la empresa en cuestión, estos winers deben ser capaces de vender el producto que sea, sin la menor emoción, en el contexto que sea, y de lanzarse a la aventura que sea, siempre y cuando esta les asegure el éxito individual.
Solo que hay algo que hace que ese concepto ponga todo en tensión. Ya que quien dice winers sobreentiende forzosamente, como contrapartida, la existencia, en alguna parte, de los losers.
Es ahí donde la tragicomedia se desencadena: todo parece desarrollarse en las obras de Galemiri entre aquellos que ganan y aquellos que pierden, sabiendo que todo "éxito"contiene potencialmente su propia "derrota", y viceversa.
Los personajes aspiran a ser "súperganadores", sin advertir que, mientras más grandes su ambición y su éxito, más cruel y patética será su caída.
Como animales, serán reducidos a la nada: el espectador lo resiente, lo presiente, lo sabe, lo espera: ahí precisamente se juega el suspense en cada una de sus obras y de ahí proviene el gran atractivo lingüístico que ejerce sobre el lector y el espectador la dramaturgia de Galemiri.
Es casi como el placer de los jóvenes que lanzan una cáscara de plátano y luego se esconden para ver quién será la primera víctima.

 

ARTE DE LAS DIDASCALIAS
Otra gran característica de la escritura de Galemiri: las didascalias. Ellas transforman la situación en Teatro-Novela donde el autor no cesa de estar presente, de comentar la acción, de decidir el decorado, de reírse y de ironizar sobre los personajes, de entregar orientaciones estéticas y de mostrar hasta qué punto todo puede ser falso.
He aquí la radicalidad en la escritura galemiriana que permite el distanciamiento de la representación escénica, hecho que al mismo tiempo seduce y también irrita.
¿Tiene el autor derecho a ubicarse constantemente en una posición de voyeur?
Sea lo que fuere, justamente porque este tratamiento es radical, obliga al espectador a estar constantemente preparado y lo obliga a tomar posición a partir de las posiciones del autor.
En el fondo, nadie está obligado a adherir. Cada uno conserva la autonomía de sus gustos y sus juicios.
Pero eso no es todo: las didascalias en Galemiri no son solamente descriptivas o utilitarias.
Al contrario, les sucede (bastante seguido, por demás) ser complacientes, a veces gratuitas, redundantes. Y, una vez más, irritantes.
Pero por otro lado, ¡qué carácter!
Esto se puede reconocer en dos elementos constitutivos que vuelven siempre en todas las variaciones posibles y en todas sus obras: la acumulación de adjetivos (lo que contraría las reglas académicas) y la referencia cinematográfica.
Los adjetivos son sorprendentes, devastadores, asesinos, magistrales, como verdaderas detonaciones.
En cuanto a la referencia cinematográfica, pareciera que Galemiri prefiriera escribir para el cine (lo que hace también) más que para el teatro.
Pero no es en absoluto así.
El cine, en nuestra época, no puede ser ignorado.
Es un fenómeno social, un fenómeno de masas íntimamente ligado al sistema.
Citarlo, es a la vez una manera de rendirle homenaje, de criticarlo y de vengarse de él.
Citar el cine, es, con Galemiri, una manera muy particular y brillante de hacer teatro, del verdadero, del poderoso.
Pero una vez más, no es todo: como en todos los juegos enmascarados, una máscara esconde otra.

 

ESTÉTICA DE LOS "NUEVOS RICOS"
En efecto, la citas en Galemiri permiten llegar hasta la "autocitación", que es en sí misma crítica. Las citas ponen de manifiesto el esnobismo exagerado y decadente de una clase dirigente y de sus pretensiones de cultura y conocimiento.
Ahí también la acumulación de múltiples discursos desenmascara la ausencia de una cultura real y profunda.
La arrogancia de los nuevos ricos les hace creer que basta con citar para conocer, conformar una serie de referencias para transformarse a sí mismos en una referencia.
Cuadros superiores sin formación intelectual real vienen a rodearse de una estética de mal gusto, artificial, un patchwork de diferentes culturas (las estéticas orientales aliadas con las occidentales a partir del más pequeño denominador común), estética pseudodepurada que en realidad esconde vacío; en síntesis, una estética de supermercado, lujosa pero sin alma, estética que encontramos en todos los "malls" que pululan por dondequiera en el mundo, todo construido sobre el mismo modelo insípido difundido a través de los mismos catálogos que pueden encontrarse en Berlín, Londres, París, Tokio o Nueva York.
Imbuidas de su autoridad, su brío y su autoritarismo, las clases dominantes creen ser particularmente espirituales, sobre todo con las mujeres.
Así, el típico antihéroe galemiriano, Arkadin, el pequeño tirano patético de "Los Principios de la fe", en el momento de su muerte (una muerte patética), no puede evitar citar las chicas playmates de Playboy y decir a Romy, su última discípula fiel que trata, a pesar de todo, de socorrerlo: "Le advierto, señorita, si continúa filosofando se lo meteré adentro, pero bien adentro".
Por otra parte, en este mundo tan vulgarmente machista, la mujer no puede tener otro rol que el de objeto sexual y el de obedecer ella misma a los clichés de la pin-up infantil-perversa.

 

COLOR MUNDIAL DE LA GLOBALIZACIÓN
Antes de terminar, uno podría preguntarse: ¿es acaso Galemiri un autor típicamente latinoamericano?
Tal es el caso, si pensamos que el viaje literario de Galemiri tiene algo de exótico.
Pero también no es ciertamente el caso, si consideramos que su viaje exótico es totalmente diferente a lo ya conocido, totalmente nuevo en la escritura dramática.
Indudablemente en sus obras se trata de lugares y situaciones más bien chilenas o sudamericanas, lo que crea, para un lector o espectador europeo, una distancia, y como se sabe, la distancia siempre es saludable en el teatro.
Hay, por cierto, algunas claves que están destinadas a un público local.
Pero eso no es lo esencial en su escritura que, antes que todo, es la insolencia pura.
Galemiri es políticamente, moralmente, estéticamente incorrecto.
El autor ha empapado su pluma en la gran paradoja, en la audacia.
Lo toma a uno por el cuello y no lo suelta nunca más.
Es terrible pero al mismo tiempo terriblemente cómico; es para morirse de la risa, pero al mismo tiempo es atroz, provocador hasta el extremo, de una ironía devastadora y muy inteligente, tanto, que finalmente es salvadora.
Un exorcismo.
Uno sale de sus espectáculos desconcertado, lavado de todos los prejuicios.
La selección de obras elegidas 3 no pretende ser representativa de todo el continente latinoamericano, que es tan vasto.
Ninguna antología podría hacerlo.
Pero cuando un autor como Galemiri es tan original no puede, en su brillantez y genio, representarse sólo a sí mismo.
Las obras propuestas afirman posiciones estéticas y políticas que provocan polémica y mucha discusión.
Es también la gran radicalidad de las obras de Galemiri y de estos textos en especial lo que determinó nuestra elección.
Uno reconoce temas (por ejemplo, la relación víctima-victimario) propios de nuestra sociedad, en donde la sombra de la dictadura todavía no logra disiparse; pero las obras de Galemiri son mucho más que eso.
Hay una mirada muy aguda sobre este inicio del milenio, sobre la sociedad de consumo, sobre el individualismo, las nuevas ideologías, el vacío de los discursos políticos, el abuso de las palabras y la vanidad de los conceptos que hacen mover a las masas en todo el mundo.
En ese punto, Galemiri no describe a un país o a un continente solamente. En ese instante de su escritura magistral, única y universal, Galemiri nos permite a todos reconocernos en cualquier parte del mundo.

 

NOTAS

1 París, Ediciones Indigo, 2006. Volver
2 Ver en este mismo número de Teatro/CELCIT la entrevista realizada por Lucía Masci a este director teatral francés, en la actualidad director general del Théâtre des Quartiers d'Ivry, en París. Volver
3 La antología contiene "Los principios de la fe" (Les principes de la foi), "Edipo Asesor" (Oedipe-Conseiller Technique), "Déjala que sangre" (Laisse-la saigner), "El coordinador" (Le coordonateur) y "El seductor" (Le séducteur). Volver

Volver arriba