Sumario

Editorial

Cuarenta años
del Odin Teatret

Hacer teatro hoy

La escena
iberoamericana

Investigar el teatro

COSTA RICA.CAMERINO

por Ana Istarú

 

He aquí la antesala del mundo.
De estos pomos de pintura, del polvo translúcido que sella la máscara viva del maquillaje, emergerá ese personaje que en secreto nos habita y que hará del escenario el mapamundi de los sueños.
He aquí la antesala del sueño.
El territorio de la metamorfosis, el espacio vedado a los profanos, el sitio en el que actor y bailarín se preparan al rito del sudor, al aturdimiento de la maravilla. Abandonan sus pertenencias, sus personales sufrimientos, depositan su nombre y su alegría en una caja de lata, dibujan sobre el rostro el rostro de otro, son ese otro, son el prójimo y cambian por lo tanto de cuerpo, de risa, de cojera. Fuman, maldicen, chismorrean, intercambian desventuras, trasiegan confidencias, son amigos o enemigos entrañables, quieren besarse, molerse a palos y al final lloran igual por el dolor ajeno. De todas formas, son de la misma sangre sobre la escena: sacerdotes altivos prodigando, como una verde hostia, la esperanza.
He aquí la antesala de la esperanza.
Donde el torneado músculo se prepara para el vuelo, donde el hueso y la
carne están a punto de ser formas giratorias, pedazos cristalinos que se arrancan a la oscuridad. Donde la raza humana accede a la poesía, toca otros mundos posibles, aspira a otro destino distante, quiere tocar, como a un rayo, la belleza.
He aquí la antesala de la belleza.
Miren a los artistas. La olfatean y están temblando, a punto de caer al
escenario como en un horno, como en una panza de lobo, como sólo se cae al paraíso. Con reverencia, con envidia, con audacia miren el carromato de su camerino, donde un pigmento roto y un terciopelo muerto, por alquimia serán el vellocino de oro de los héroes, y una criatura frágil, la esperanza del mundo.
He aquí, pues, la antesala del mundo.
Bienvenidos.

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