LA ESCENA IBEROAMERICANA. ALEMANIA
TORERO PORTERO

Christina Ruf


Después de haber estado en el Festival Internacional de Teatro Theater der Welt en Colonia en el 2002, en noviembre del año pasado volvieron a dar una visita por Alemania: los tres porteros probablemente más famosos de Argentina. Junto a su equipo técnico y su director estuvieron casí un mes de gira por el invierno alemán y se ganaron el afecto de los espectadores en Munich, Frankfurt y Berlín.
"Torero Portero" nació en Argentina en el 2001, cuando el director y experimentador de sonido suizo Stefan Kaegi fue invitado por el Instituto Goethe de Córdoba para realizar un proyecto. Frente a lo que ya había percibido en visitas anteriores en Latinoamérica su reacción fue poner un anuncio en el diaro La Voz del Interior: "Se buscan porteros mayores de 40 años". A Kaegi le había llamado la atención el oficio de los porteros. Estando detrás de un vidrio o dentro de una caja vidriada tienen el poder de dejar entrar o no a personas de una clase superior, a la que al mismo tiempo tienen que proteger de la misma clase social de los porteros.
Entre los muchos candidatos que se presentaron para obtener el presunto puesto de portero estaban Edgardo Freytes, Tomás Kenny y Juan Domingo Spicogna -y estos tres cuentan en la obra entre otras cosas cómo empezó todo: "Cuando llamé al número del anuncio me atendió la voz de un hombre con acento extraño y me citó para una entrevista", dice Edgardo. La voz pertenecía a Stefan Kaegi y la entrevista resultó un casting organizado por él para encontrar "actores". Y para los tres hombres desocupados marcó el comienzo de una actividad que no tiene mucho que ver con su trabajo habitual...
O quizás sí tiene que ver.
En la obra la situación de un portero se transmite al espectador como algo muy teatral -y algo que se puede experimentar directamente. Porque el público se encuentra justamente en la posición que normalmente tienen los tres porteros: detrás de un vidrio con vista hacía la calle, observando los acontecimientos de afuera que tienen rasgos teatrales, a veces más, a veces menos accidentales. El espectador como portero.
Y los porteros desocupados están, como en la vida "real", en la calle -si uno quiere una metáfora de la situación económica argentina la cual se sintió incluso con más intensidad en el frío invierno de Alemania.
Lo que pasa afuera se transmite por micrófonos a la sala, los espectadores viven un show con proyecciones de video en una pantalla que se baja de vez en cuando delante del vidrio, escuchan anécdotas del trabajo cotidiano de los ex-porteros, conocen por qué los estudiantes son malos inquilinos y cómo se rescata un gato del lavarropas. Pero sobre todo se pueden entregar a un juego sumamente entretenido: él de la fusión de la "ficción" y la realidad de lo que está pasando en la calle. Buses, tranvías, taxis, autos, transeúntes... todos reciben de repente un papel en esta performance poco común.
En Munich una grúa tiene una participación al llevar un auto estacionado en escena, en Frankfurt la acción transcurre en el barrio rojo de la ciudad, por el "escenario" en Berlín pasa un grupo de estudiantes en forma de un cortejo fúnebre con ataúd incluido manifestando en contra de la reducción de presupuesto. Ciudad por ciudad, noche por noche una nueva escenografía, nuevos participantes y nuevas situaciones que se retoman por los actores y su equipo con mucho placer.
Así es que la obra se encuentra en un movimiento permanente, está mutando siempre, reacciona inmediatamente a impulsos nuevos y, sin embargo, mantiene su coherencia; la estructura interior es estable y a la vez flexible y permite este juego con lo imprevisto que resulta de la fractura de la ficción con la realidad. El texto deja espacio para una adaptación a cada lugar, los performers reaccionan cada vez y cada cual de su propio manera a lo que pasa -y esto afortunadamente se convierte en una ayuda para evitar que los "no-actores" se conviertan en malos actores aficionados.
Esta forma de teatro -o cómo uno lo quiere llamar- todavía sigue siendo algo relativamente novedoso en el terreno teatral (no sólo) europeo y está ganando popularidad sobre todo en las regiones de habla alemana.
La cabeza de esta obra, Stefan Kaegi, en realidad forma parte de un grupo de tres directores que bajo el nombre de "Rimini Protokoll" experimentan con nuevas formas del teatro. Ellos inventaron un concepto muy propio para su trabajo teatral. Los jovenes realizadores están interesados en llevar a escena los por ellos llamados "expertos de lo cotidiano". El teatro que están haciendo está basado sobre todo en esos "no-actores" y sus historias. Utilizan ciertos recursos escenotécnicos que cada vez los varian y adaptan al tema y a los performers correspondientes y muchas veces los mezclan con proyecciones de video.
El texto de las obras se arma en base de lo que cuentan los protagonistas durante los ensayos -procedimiento que Kaegi también utilizó en "Torero Portero". Elementos de su entorno de vida y trabajo se retoman, por ejemplo los ejercicios de precalentamiento en el estadio de fútbol donde trabajaba Juan se convirtieron en una coreografía.
Al mismo tiempo que los argentinos estaban en Berlín, el teatro Hebbel am Ufer mostraba un ciclo de obras del grupo "Rimini Protokoll" en lo cual se presentaron unos cuantos "expertos de lo cotidiano" más: En "Deadline" estaban en el escenario, entre otros, un orador fúnebre, una preparadora de cuerpos en la facultad de medicina, una violinista de velorios; en "Zeugen" (Testigos) se vieron escenas de la rutina de los que están trabajando en una corte o de quienes infringieron las leyes.
Ya en mayo los porteros van a estar de vuelta de viaje. Esta vez confrontarán su realidad con las calles de Barcelona y Sitges, y aparte de las temperaturas, seguramente todo volverá a ser un poco diferente que en Alemania.