LA ESCENA IBEROAMERICANA. ESTADOS UNIDOS
REFLEXIONES SOBRE EL PRIMER PULITZER LATINO EN TEATRO
José Castro Urioste
El desarrollo del teatro latino en Estado Unidos se ha venido produciendo
tanto en español como en inglés. En ambas vertientes
se han representado imágenes y tópicos comunes: la
visión sobre el territorio que se dejó, la cuestión
de la migración, el conflicto entre culturas. Se ha buscado
así -o se busca- construir en ambas lenguas una identidad
latina en Estados Unidos que más que estar definida, parece
encontrarse en proceso de gestación.
No se puede afirmar, sin embargo, que las dos vertientes funcionen
idénticamente. Entre las diferencias que se pueden establecer
existe una que me interesa enfatizar. El teatro hecho en español
en Estados Unidos, precisamente por razones lingüísticas,
queda en los márgenes (o completamente fuera) del desarrollo
teatral norteamericano: no se encuentra en antologías, no
es candidato a reconocimientos (premios, o menciones honoríficas,
por ejemplo), ni es estudiado en los departamentos de teatro. Es
más, por estar hecho en otra lengua, en ciertas ocasiones
es visto con determinado recelo a nivel estético. De todo
lado, es poco lo que se conoce de este teatro en los países
de habla hispana. En el caso del teatro latino en inglés,
éste parece tener la posibilidad de incorporarse al canon
norteamericano, y al obtener un lugar refuerza la imagen de la sociedad
estadounidense como una de carácter multicultural. Como parte
del reconocimiento que viene recibiendo el teatro latino escrito
en inglés, recientemente y por primera vez se le otorgó
el premio Pulitzer en la categoría de drama a un hispano.
Es el caso del cubano Nilo Cruz, cuya obra "Anna in The Tropics"
fue preferida ante "The Goat or Who is Sylvia?" de Edward
Albee, y "Take Me Out" de Richard Greenberg.
Cruz, quien dejó Cuba y llegó a Miami a los diez años,
reside en la actualidad en Nueva York y enseña dramaturgia
en Yale University. Sus obras -"Two Sisters and a Piano",
"Night Train to Bolivia", "Dancing on her Knees"-,
han sido montadas en diversos estados: Florida, Nueva York, California,
Oregon. "Anna in The Tropics" se produjo originalmente
en el New Theatre Miami en 2002 y después de obtener el premio
Pulitzer se ha montado en Broadway con un elenco que incluía,
entre otros, a Jimmy Smits y a la panameña Daphne Rubin-Vega,
y bajo la dirección de Emily Mann. En todo caso, mis comentarios
se basan en la producción que se realizó en Chicago
desde el 12 de septiembre hasta el 26 de octubre en el Victory Gardens
Theater, dirigida por Henry Godinez y con un reparto compuesto en
su mayoría por miembros del teatro Vista, grupo de teatro
latino de esa ciudad.
La historia de "Anna in The Tropics" se desarrolla en
1929, en un pequeño pueblo en el norte de Florida, Ybor City.
Trata de las relaciones de una familia dedicada a la producción
de habanos. Al pequeño negocio de esta familia, llega Juan
Julián (Dale Rivera), cuya función es leerles textos
literarios a los trabajadores durante la jornada laboral. De este
modo, Cruz busca representar una tradición que realmente
existió y que fue retirada de las fábricas en 1931.
En el caso específico de la obra, se les lee a los trabajadores
"Ana Karenina", y la lectura de la novela despierta una
serie de pasiones y sentimientos antes ocultos entre los miembros
de la familia. Se establece así una simetría, entre
lo que es leído -que resulta ser un detonante- y las decisiones
que toman los personajes. Por ejemplo, Conchita (Charín Alvarez)
busca a un amante luego de conocer la novela; su esposo, Palomo
(Edward Torres), inspirado en cierto pasaje, obtiene el coraje y
el deseo para recuperar a su mujer; Ofelia (Sandra Marquez) y Santiago
(Gustavo Mellado) reencuentran la armonía marital; Cheche
(Ricardo Gutierrez) opta por cometer una asesinato ante su frustración
amorosa. De este modo, parece que Cruz busca referirse a la identidad
latina al apropiarse de una tradición, la de los lectores
en las fábricas que existía en la comunidad: recordemos
que en la misma obra se indica que la tradición proviene
de los taínos, lo cual puede ser interpretado, como que proviene
de nuestras raíces. Se representa así, un pasado de
la comunidad latina (y por tanto una historia), situado ya en los
Estados Unidos, pero con una característica iniciada en América
Latina.
Asimismo, al representar la tradición del lector Cruz pretende
dar cuenta de la función que la literatura poseía
en aquella época. Esta función implica el paso de
la escritura a la transmisión oral, la existencia de una
audiencia (a diferencia del acto de lectura que es solitario) y,
fundamentalmente, la comunión entre la literatura y otras
prácticas sociales -el trabajo, la vida familiar-. Parecer
ser que la intención de Cruz es representar la literatura
como parte de la vida diaria, y por consiguiente como un factor
importante que influía en la vida misma. Y la intención
parece buena. Sin embargo, la representación de las relaciones
sentimentales producidas por la lectura de "Ana Karenina"
no llegan a tener un gran impacto en el espectador y se queda en
la superficie. En parte creo que ello se debe a que estas relaciones
no están ancladas en un apropiado desarrollo de la tensión
dramática. Asimismo, la obra refleja que la única
consecuencia que produce la literatura está vinculada a cuestiones
amorosas -sean sentimientos positivos o negativos-, y a su vez,
se nota por momentos una relación mecánica entre la
lectura del pasaje literario y el efecto emocional que causa: el
asesinato que comete Cheche sería un ejemplo de ello. De
este modo, es posible afirmar que en "Anna in The Tropics"
se manifiesta, definitivamente, la intención de recuperar
una tradición y de representar una función de la literatura
que ya no tiene, pero debido a las observaciones que he anotado
esa intención a ratos se diluye, se debilita, y permanece
tímidamente.
A no dudarlo la dirección de Henry Godinez y la actuación
por todos los miembros del elenco hacen que el espectáculo
sea dinámico. El buen ritmo obtenido en las escenas alternadas
al principio de la obra, atrapa a la audiencia desde un inicio.
Godinez opta por una luz clara y también por colores claros
-celeste, verde, rosado- en el vestuario de los personajes como
en la escenografía -un tono suave de marrón-. Esta
elección refleja, por un lado, el ambiente caluroso, el trópico,
del pequeño pueblo de Florida, pero a su vez, la poca intensidad
de la representación de las relaciones. La claridad, sin
embargo, se trastoca por momentos: se prefiere una luz roja en las
escenas amorosas entre Conchita y Juan Julián; Marela (Sandra
Delgado) viste de negro cuando trata de conquistar a uno de los
personajes. En el caso de la música, se prefiere una que
dé cuenta del ambiente tropical. Pero cuando ocurre un hecho
que se define como transgresor -el asesinato, el uso de la violencia
en la seducción- se abandona esta música y se opta
por sonidos de tambores. Finalmente, es conveniente anotar que en
el escenario predomina una ventana abierta desde la cual se mira
un cielo celeste. Tal propuesta escenográfica puede ser interpretada
como la existencia, en última instancia, de un horizonte
diáfano, pese a los distintos conflictos que tengan los personajes.
En todo caso, el montaje, a diferencia de la dramaturgia, va creciendo
y afirmándose mientras transcurre el espectáculo.
A manera de conclusión, es posible afirmar que esta ambigüedad
entre una dramaturgia llena de buena intenciones pero que no se
llega a plasmar con intensidad, y un montaje que, muy por el contrario,
captura y satisface, puede reflejar una problemática de otro
orden y que va más allá del fenómeno teatral.
Me refiero al proceso de gestación de una identidad latina
en Estados Unidos, en el cual se inserta la obra de Cruz. Una identidad
en formación que, como tal, a ratos se fortalece y a ratos
duda al no saber con seguridad la respuesta a lo que significa ser
latino. En tal sentido, el espectáculo en su totalidad de
"Anna in The Tropics", se vincula al nacimiento de una
identidad latina, con sus certezas y sus dudas que irá resolviéndose
en el camino.
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