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DOSSIER FERROCARRILES Creación colectiva
* Estos integrantes del elenco no formaron parte de la experiencia co-autoral de la creación colectiva.
Escena 1
Es de noche. Todo está muy oscuro. En medio de la bruma, por un lateral, se ve aparecer un hombre que arrastra dificultosamente una maleta enorme, casi un baúl, muy pesado. Es EL VIAJERO. Mira a todos lados, pero no ve. Es un hombre de negocios, pero su ropa no es actual. Lleva traje, camisa, corbata y un sombrerito. Lleva un pañuelito en el bolsillo del saco que constantemente saca para secarse la transpiración de la cara y de las manos. Su maleta es un poco ridícula para un hombre de negocios, casi una contradicción. Se lo nota nervioso y ansioso esperando el tren. Aparece otro hombre con una linterna. Parece como que busca algo o inspecciona en la oscuridad. Es el JEFE DE LA ESTACION. Viste chaqueta y es muy serio, casi británico, entre cordial y policial. Apunta su linterna a la cara del Viajero. El Viajero se esconde detrás de su enorme maleta.
JEFE DE LA ESTACION: (desde la distancia, con autoridad pero también con un poco de cuidado): ¿Quién anda ahí? EL VIAJERO: Soy yo. JEFE DE LA ESTACION: ¿Qué hace aquí a estas horas? EL VIAJERO: Estoy esperando el tren. ¿Ya pasó? JEFE DE LA ESTACION (manteniendo la diplomacia profesional): ¡Buenas noches, señor! EL VIAJERO (respondiendo por reacción): ¡Ah, claro, sí! ¡Buenas noches! (Con temor) ¿Qué hora es? EL JEFE DE LA ESTACION: Son las cinco y diez. EL VIAJERO: No es tan tarde. ¡Las ocho, las ocho clavadas! No es tan tarde ni tan temprano. Realmente. JEFE DE LA ESTACION: Estas no son horas de andar esperando trenes. Es muy tarde. EL VIAJERO: Tengo que llegar mañana temprano, señor. JEFE DE LA ESTACION: (autoritariamente) Pues no llegará. (Se corrige, más cortés) Quiero decir, no llegará temprano, señor, ni tarde. Bueno, a lo mejor llega tarde. EL VIAJERO: Es imprescindible, tengo que llegar. JEFE DE LA ESTACION (curioso, pero policialmente): ¿Algo urgente? (Se corrige) ¡Disculpe! A mí qué me importa, ¿no? EL VIAJERO: No, no es nada. La verdad no sé. No sé si es urgente, pero tengo que llegar. JEFE DE LA ESTACION: Pero esta noche ya no va a poder ser. Yo le recomiendo que cruce la calle y se hospede en ese hotel. ¿Lo ve? EL VIAJERO: ¿Qué hotel? JEFE DE LA ESTACION: El Hotel El Paraíso. Es muy confortable y casi todos los viajeros están esperando el tren allí. Es lo mejor. Y más a estas alturas de la noche. EL VIAJERO (enojado): No, señor. Yo tengo que tomar el tren. Yo acabo de dejar mi pensión y no voy a ir a meterme otra vez a un hotel. JEFE DE LA ESTACION: Pero el tren no va a pasar. Hay gente que espera desde hace mucho tiempo. Y por eso es que está esperando en el hotel, porque es más práctico. Allí tienen baño, cama, sus comidas a horario. Cuando uno espera, señor, créame, es mejor esperar cómodamente. EL VIAJERO: ¿El tren ya llegó? JEFE DE LA ESTACION: Sí. (hace una pausa y sospechosamente pregunta) ¿A qué hora? EL VIAJERO: No sé. JEFE DE LA ESTACION (paternal): Lo ve, m’hijo. Es mejor que espere en el hotel. EL VIAJERO (un poco vencido ya): Mejor en un café. ¿No hay un café por aquí? JEFE DE LA ESTACION: Sí. Quizás. Yo no sé. Yo nunca tomo café. No me gusta. (Pausa, con complicidad, como si confesara una transgresión) Sólo en las mañanas. (Tono autoritario nuevamente). Bueno, señor, decídase, porque tengo que cerrar la estación. EL VIAJERO (sorprendido): ¿Cómo? Las estaciones no se cierran. En Europa las estaciones no se cierran. JEFE DE LA E STACION: Pero no estamos en Europa. EL VIAJERO: ¿Y dónde estamos? JEFE DE LA ESTACION: ¡Si no lo sabe usted que es el viajero! (Pausa, autoritario otra vez) Mire, no puede quedarse aquí. Hay muchos vagabundos y es peligroso. A mí me pagan para velar por su seguridad. ¡Ah, por las dudas, recuerde: no se permiten los vendedores ambulantes! EL VIAJERO: No se preocupe, yo no vendo nada. JEFE DE LA ESTACION: ¿Por qué? EL VIAJERO: No sé, la verdad es que no sé. Pero... se lo ruego, déjeme esperar aquí. ¿No hay una sala de espera? JEFE DE LA ESTACION: Sí, pero no es un buen lugar. EL VIAJERO: Por favor. Le prometo que no causaré problemas. Mi problema sólo es esperar. Esperar el tren. ¿Entiende? JEFE DE LA ESTACION: Está bien. Es tarde y quiero irme a dormir. Quédese en la sala de espera. Pero no por mucho tiempo. (Mientras se aleja) El Hotel Paraíso es más confortable, créame. EL VIAJERO: Gracias, señor. Lo pensaré. (Se sienta sobre la maleta) El Jefe de la Estación se retira, siempre inspeccionando con la linterna. Apunta a la cara de los espectadores. El Viajero se queda sentado sobre su maleta. Saca una banana del bolsillo y se pone a comerla. Con lentitud, baja la luz sobre el Viajero, pero no totalmente.
Escena 2 VIEJO: ¿Es la muerte una persona? VIEJA: Es una presencia… es nada y todo… es lo que usted quiere que sea. VIEJO: A veces me recuerda a mí mismo… VIEJA: Ya nadie sabe cómo te llamas. Voces ocultas… gritos sin rostros… VIEJO: Gritos sin rostros… voces ocultas. VIEJA: ¿Hablaste tú? ¿Es el eco? VIEJO: ¿Estamos muertos? VIEJA: Ya este pueblo nos ha abandonado. VIEJO: Como siempre… como siempre el tren tampoco llegará hoy. VIEJA: Mejor nos vamos… hay muchas voces por aquí. VIEJO: Nos vemos mañana. VIEJA: Si no nos morimos antes… El titiritero suelta las cuerdas y los “muñecos”quedan inertes en las sillas, mientras las luz decrece hasta la oscuridad total.
Escena 3 Se ilumina un espacio central con cuatro sillas. Las sillas están bastante separadas una de la otra y todas convergen hacia el centro. Irrumpe LA EJECUTIVA. Es una mujer italiana muy dispuesta, activa. Está vestida con ropa muy actual, un trajecito muy prolijo. Lleva una laptop. Revisa una a una las sillas y luego se decide por la más limpia. Se sienta. Abre la computadora. Mira el reloj pulsera. Está ansiosa. Se levanta. Deja la computadora sobre la silla. Se asoma al andén y mira si viene el tren. Consulta el reloj y regresa a su silla. Escribe en la computadora. Lo que escribe se ve en una pantalla grande que está detrás: “TRENO”. Espera. En la pantalla aparece: PROXIMO TREN A LAS 10:00am. TREN ANTERIOR A LAS 12:00pm. TREN POSTERIOR A LAS 9:00am. PROXIMO TREN: A confirmar. DESTINO: a confirmar.
Escena 4 LA EJECUTIVA: Scusi…quando arriva il treno...? Como La Hippie está aislada por el walkman no escucha, entonces la Ejecutiva le repite la pregunta gritando. Como la Hippie no reacciona, se levanta y la toca. LA HIPPIE (sorprendida): ¿Qué le pasa? ¿Necesita dinero? El dinero no es todo en la vida. LA EJECUTIVA: Scusi…. quando arriva il treno? LA HIPPIE (creyendo que se refiere al walkman): No, no son frenos, es un aparato para escuchar música. ¿Me entiende? La Ejecutiva no entiende y se sienta, explorando con ansiedad en su computadora. La Hippie explora las sillas pero finalmente resuelve sentarse en el suelo. Revisa su bolsa y comienza a prepararse un cigarrito.
Escena 6 Entra LA LADRONA. Es una mujer joven con una bolsa. Cuando entra, la Ejecutiva y la Hippie la miran, se miran entre ellas y luego vuelven a sus ocupaciones. Mientras tanto la Ladrona se sienta. LA EJECUTIVA (a la Ladrona): Scusi…..quando arriva il treno? LA LADRONA: ¡Trueno! ¡Oh, dios, no traje paraguas! Yo sabía que tenía que llevarme un paraguas. La Ladrona mira hacia afuera y ve que el cielo está radiante. LA LADRONA: No, señora, no se preocupe por los truenos. Debe ser del calor. Tormentas de verano, ya sabe. No creo que llueva. Mucho ruido y pocas nueces. LA HIPPIE (a la Ladrona): Hola. LA LADRONA: Hola. ¡Uy, qué cansada estoy! He venido corriendo desde el mercado. Creí que no iba a poder esc… llegar. ¿Ya pasó el tren? LA HIPPIE: No sé. Ya llegará. No hay que impacientarse. Con la ansiedad de uno no adelantan los acontecimientos. Y menos el tren. Hay que tener paciencia. LA LADRONA: Es que yo necesito esc… llegar pronto. Me retrasé en el mercado. LA HIPPIE: (con picardía): ¿Alguna aventurita? LA LADRONA: ¿Aventuras? Claro, ¡y qué aventuras! (Con interés le cuenta a la Hippie): Mire, a mí me gusta comprar. Entonces estaba en una tienda, revisando para ver qué me iba a llevar… cuando de pronto se escucharon unos balazos afuera, en la calle, pim…pum….pam….cada vez más cerca de la tienda… la gente empezó a correr… yo no sabía qué hacer… y de pronto, como los tiros se sentían cada vez más cerca… me puse a correr yo también… (mientras cuenta se va agitando como si todo estuviera sucediendo nuevamente, y ella mira para todos lados, como si la estuvieran siguiendo)… y cuando estaba llegando a la estación, mire usted… bueno, ¿puedo tutearte? Mira, mira lo que encontré en mi bolsa. (Empieza a sacar cosas de la bolsa, algunos aparatos electrónicos, cosas de valor y también algunas chucherías. Saca un osito de peluche y sonríe, mirando a la Hippie con complicidad). Esto es para mi sobrina. ¡Le va a encantar! Lo peor es que no las pagué, no me di cuenta, debe haber sido por el susto. A mí siempre me gusta pagar lo que compro. Pagarlo con el sudor de mi trabajo. Claro, nunca compro demasiadas cosas. LA HIPPIE (le ofrece una pitada): ¿Quieres? Te va a tranquilizar. LA LADRONA: No, mejor no… o sí… tienes razón… ahora lo mejor es tranquilizarme.
Escena 7 LA DIVA: Hi, girls. LA EJECUTIVA (cada vez más nerviosa) : Scusi…. quando arriva il treno? LA DIVA: ¡No, no, no! ¡A Reno no! Yo voy a Hollywood. Un señor... seguramente muy apuesto, sí... sí… me lo imagino muy apuesto… ¿Cómo leí que se llamaba? Mister… Mister… bueno, lo mismo da, ustedes no tienen por qué saberlo… todas las estrellas tenemos esos secretos en el origen de nuestras carreras, ¿no es cierto?… En fin, Mister…. Mister… no, no se lo digo… el señor me ha dicho que vaya, que me espera… que el éxito me espera con él… y aquí estoy… ¡lista para enfrentar las cámaras y los paparazzis…! (Volviendo a la realidad) ¿Ya pasó el tren? LA HIPPIE: No... no sabemos. LA LADRONA: Yo espero que llegue pronto. LA DIVA: Y yo espero que traiga vagones especiales. (Arrebata de las manos de la ladrona los lentes que ésta había intentado robarle; con enojo) No puedo viajar con la chusma...¡con esta ropa! LA HIPPIE: A calmarse, muchachas. La vida es larga, hay que tomarse la vida con tranquilidad. Si no, uno envejece más rápido… LA DIVA: Es cierto, darling. Me calmo, mejor me calmo. (Se sienta en una de las sillas). Lo peor que puede sucederme en este momento son las arrugas. ¡Todavía estoy tan fresca! No tengo que disimular ninguna arruga. LA LADRONA: Sí, creo que lo mejor es tranquilizarse y disimular. LA HIPPIE (a la Diva, ofreciéndole una pitada): ¿Quieres? Te va a tranquilizar. LA DIVA: No, no puedo empezar con esas cosas tan temprano. Ya tendré tiempo, siempre hay tiempo para… tranquilizarse. Además, quiero disfrutar un poco esta ansiedad, este nerviosismo. Esto es como una aventura para mí. LA LADRONA: ¿Aventuras? ¿Aventuras? Claro, ¡y qué aventuras! (Con interés le cuenta a la Diva): Mire, a mí me gusta comprar. Entonces estaba en una tienda, revisando para ver qué me iba a llevar… cuando de pronto se escucharon unos balazos afuera, en la calle, pim…pum….pam…. cada vez más cerca de la tienda… la gente empezó a correr… yo no sabía qué hacer… y de pronto, como los tiros se sentían cada vez más cerca… me puse a correr yo también… (mientras cuenta se va agitando como si todo estuviera sucediendo nuevamente, y ella mira para todos lados, como si la estuvieran siguiendo; con cada repetición la Ejecutiva se va alterando cada vez más)…y cuando estaba llegando a la estación, mire usted… bueno, ¿puedo tutearte? Mira, mira lo que encontré en mi bolsa. (Empieza a sacar cosas de la bolsa, algunos aparatos electrónicos, cosas de valor y también algunas chucherías. Saca un osito de peluche y sonríe, mirando a la Diva con complicidad). Esto es para mi sobrina. ¡Le va a encantar! Lo peor es que no las pagué, no me di cuenta, debe haber sido por el susto. A mí siempre me gusta pagar lo que compro. Pagarlo con el sudor de mi trabajo. Claro, nunca compro demasiadas cosas. LA ALPINISTA (a todas las otras): ¿Qué dice? ¿Qué le pasa? LA HIPPIE: Cree que yo estoy usando frenos. LA LADRONA: Está preocupada con los truenos. LA DIVA: Se imagina que yo voy a Reno.... Pero no, darling, lo creas o no, yo voy a Hollywood, un mister me espera… para hacerme tocar... el cielo con las manos… LA EJECUTIVA (insiste con La Alpinista): Scusi…scusi….¿parla italiano? LA ALPINISTA: Sí... spaguetti... capuchino… LA EJECUTIVA (sonríe, con esperanza). ….¡treeenooo! LA ALPINISTA: ¡Lo único que me faltaba! ¡Que el tren no! ¿Ya pasó? No me digan que no va a pasar. Estoy agotada, días y días escalando el Everest. Quiero irme cuanto antes de aquí. La Ejecutiva, vencida, regresa a su laptop. LA DIVA: Yo también. Hollywood me espera. ¿Qué olor? ¿Lo sienten? LA HIPPIE: Yo no soy. Tampoco es el cigarrillo, chicas. LA DIVA: Yo creo que hay que perfumar un poco esto. ¡Ojalá que el tren traiga vagones especiales! LA ALPINISTA (acercándose a la Ejecutiva y tratando de hacerse entender): Busca, busca en esa maquinita si el tren va a llegar o no… Estas maquinitas lo saben todo. Mi prima tenía una... hasta que el novio se la robó. LA LADRONA: ¡Qué horror! La ejecutiva parece entender el mensaje y escribe algo en la laptop. Mientras tanto, la Ladrona ha intentado robarle a la Andinista, el reloj pulsera. Viéndose sorprendida disimula. LA LADRONA: ¿Qué hora es? LA HIPPIE: Qué importa la hora, chicas. Lo importante es que hay una gran variedad de horarios. Me gusta cuando hay gran variedad. No hay como la diversidad. La vida es más entretenida cuando hay diversidad. Me aburre lo uniforme. Tranquilícense. Ya se lo dije. LA ALPINISTA: Usted habla porque no tiene seguramente dónde ir. ¡Pero yo tengo que salir de aquí cuanto antes! LA LADRONA: Yo también. Compré mucho hoy. Quiero estar en mi casa lo más pronto posible, antes que llegue mi marido. LA ALPINISTA: Mi marido me botó porque me dedicaba mucho al alpinismo. LA DIVA: No, debe haber sido por el olor. LA ALPINISTA: No, por el olor no fue. Ya estaba acostumbrado. El también olía... creo que me agarré ese olor de él. A mí me gusta conservar el olor de mis aventuras. LA LADRONA: ¿Aventuras? ¿Aventuras? Deje que le cuente. (Con interés le cuenta a la Alpinista): Mire, a mí me gusta comprar. Entonces estaba en una tienda, revisando para ver qué me iba a llevar… cuando de pronto se escucharon unos balazos afuera, en la calle, pim…pum….pam…. cada vez más cerca de la tienda… la gente empezó a correr… yo no sabía qué hacer… y de pronto, como los tiros se sentían cada vez más cerca… me puse a correr yo también… LA ALPINISTA: ¡Basta…! ¡Qué me importan a mí esas chingaderas! La Ladrona queda un poco sorprendida y se queda muy molesta en su silla revisando sus cosas en el bolso, esas cosas que ya estaba lista a sacar una vez más.
Escena 9 Entra LA MONJA. Todas las mujeres en la sala de espera la miran y se miran. Busca asiento, pero están todos ocupados. LA EJECUTIVA: Sorella, Sorella, scusi… quando arriba il treno? LA ALPINISTA: ¿Abuela? ¿Es su abuela? ¡Qué casualidad! Yo no sabía que eran parientes. LA MONJA (Tratando de zafarse de la Ejecutiva que le tira persistentemente de la manga; muy enojada) Hija mía, no tengo. La caridad la tienes que hacer tú, no yo.(Se acerca a cada una para ver si le dan el asiento, pero ninguna se lo cede. Comienza a ponerse nerviosa). LA HIPPIE: Querida, no te pongas nerviosa. (Le ofrece una pitada) Toma, esto te va a poner de mejor humor. LA MONJA: ¿Cómo se atreve? ¡Nunca haría una cosa así... en público! (Se acerca decidida a quitarle el asiento a la más sucia, la Alpinista. Con autoridad). Tú, hija mía, haz una caridad y dame ese asiento. Saca todas tus porquerías de aquí y siéntate lejos, por la buena de Dios. La Alpinista obedece. LA LADRONA: Madre, necesito de su consejo. LA MONJA: Sí, hija mía. LA LADRONA: Y de su perdón. LA MONJA (en tono angelical) No, hija, yo no puedo perdonarte. Esa es tarea de Dios ... (con desprecio) y del cura. LA LADRONA: (Mientras va contando su relato, roba sutilmente el rosario que lleva la monja) Mire, madre, resulta que hoy me pasó algo excepcional. A mí me gusta comprar. Entonces estaba en una tienda, revisando para ver qué me iba a llevar… cuando de pronto se escucharon unos balazos afuera, en la calle, pim…pum….pam…. cada vez más cerca de la tienda… la gente empezó a correr… yo no sabía qué hacer… y de pronto, como los tiros se sentían cada vez más cerca… me puse a correr yo también… LA MONJA: ...y te fuiste sin pagar. Comprendo. (La monja lentamente recupera el rosario que la Ladrona ha intentado robarle, y agarrándole la mano de la Ladrona se la acaricia) LA LADRONA: Gracias, madre... por su comprensión. ¿No cierto que no es pecado? (Pone su cabeza sobre el regazo de la Monja) LA MONJA (acariciándole la cabeza): Claro que no, m’hijita. Dios sabe que no ha sido con intención. LA ALPINISTA (ofendida; desde un rincón y mirándolas): ¡Cochinas! LA LADRONA (reacciona. A la Hippie ): ¿Será lesbiana? LA HIPPIE: Puede ser. LA LADRONA: ¿Hasta las monjas están en esto? LA HIPPIE: Hay muchas que se meten a los conventos para eso. (Gritando, a la monja) Deberían luchar por la liberación sexual. (A la ladrona) Pero no te preocupes. Aprovecha. En esta vida hay que probar de todo. A mí me encanta la diversidad.
Escena 10 Entra el Viajero. Todas lo miran y se miran. El Viajero quiere poner su enorme maleta en medio de la sala de espera, pero no puede. Está agotado. Saluda con mucho respeto y parsimonia. EL VIAJERO: Buenas tardes… a todas. La luz baja y la escena se congela mientras se iluminan los Viejos.
Escena 11 El Titiritero vuelve a poner los títeres en acción. VIEJO: ¿Es la muerte una persona? VIEJA: Es una presencia… es nada y todo… es lo que usted quiere que sea. VIEJO: A veces me recuerda a mí mismo… VIEJA: Ya nadie sabe cómo te llamas. Voces ocultas… gritos sin rostros… VIEJO: Gritos sin rostros… voces ocultas. VIEJA: ¿Hablaste tú? ¿Es el eco? VIEJO: ¿Estamos muertos? VIEJA: Ya este pueblo nos ha abandonado. VIEJO: Como siempre… como siempre el tren tampoco llegará hoy. VIEJA: Mejor nos vamos… hay muchas voces por aquí. VIEJO: Nos vemos mañana. VIEJA: Si no nos morimos antes… Apagón sobre los Viejos.
Escena 12 Luz sobre la sala de espera. EL VIAJERO: Buenas tardes… a todas. Todas lo saludan sin mucho entusiasmo. EL VIAJERO: Hay como un olor extraño aquí. Como olores mezclados. LA EJECUTIVA (Mira al viajero y vuelve a tener esperanzas de que alguien la entienda): Scusi… quando arriva il treno? EL VIAJERO (a las muchachas): ¿Qué dice? LA MONJA (con tono de hastío): Habla italiano. Es europea. EL VIAJERO: Me encantan los europeos. LA LADRONA: ¿Y usted habla italiano? EL VIAJERO: No, pero me encanta. Me encanta la ópera. Puccini, Leonardo da Vinci... LA DIVA: ¡Leonardo di Caprio! LA ALPINISTA (a la monja): ¿Y Ud. le entiende? LA MONJA: Yo sí, pero no quiero hablar con cualquiera. Y menos con ésta, que parece una feminista. No gasté tanta plata de la caridad para aprender una lengua y luego hablar con el primero que aparezca. Prefiero disimular. LA LADRONA: Yo también. El Viajero busca un asiento y luego se sienta sobre su maleta.
Escena 13 Mientras tanto viene el Jefe de la Estación. JEFE DE LA ESTACION: Pasajes, sus pasajes, por favor. LA DIVA: Yo tengo un pasaje a la fama. JEFE DE LA ESTACION: ¿Déjeme verlo? LA DIVA: Va a tener que esperar. Tengo que llegar a Hollywood y después va a ver. JEFE DE LA ESTACION: Sin pasaje no puede subir al tren. LA EJECUTIVA (al Jefe, al borde de un ataque de nervios): Scusi… quando arriva il treno? JEFE DE LA ESTACION: ¿Qué dice? LA MONJA (ya harta): Habla italiano. JEFE DE LA ESTACION: ¿Alguien habla italiano aquí? LA ALPINISTA (vengativa): Sí, yo sí. JEFE DE LA ESTACION: Traduzca, entonces, por favor. Mientras tanto el Jefe deja sobre una silla su linterna. La Ladrona se acerca con su bolsa y trata de robársela, pero el Jefe de la Estación retoma a tiempo su linterna y no se da cuenta de nada. LA EJECUTIVA (Pronunciando muy cuidadosamente las palabras): Scusi…. quando arriva el treno? LA ALPINISTA: Spaghetti... capuccino, cosí, cosí. (Todos ríen, la Ejecutive se siente ofendida). JEFE DE LA ESTACION (a la Ejecutiva): Consulte en su computadora. Es mejor ver los horarios en inglés. Son más exactos. LA DIVA: El señor… Mister…. Mister… no me acuerdo bien de su apellido, pero seguramente es muy guapo… me dijo que me lo iba a mandar por correo… debe haber llegado ya a la boletería, ¿verdad? JEFE DE LA ESTACION: Es posible. A veces llegan, a veces no llegan. Uno nunca sabe qué le depara el destino. LA ALPINISTA: Quiero ir a la China. LA LADRONA: Yo tengo que llegar a casa lo antes posible. LA HIPPIE (simula que busca el pasaje y que no lo encuentra. Luego intenta seducir al Jefe de la Estación y lentamente se lo lleva de la sala de espera): Mire, señor, yo… yo… lo tenía y ahora no lo encuentro….(le ofrece un cigarrillo). ¿Quiere? ¡Tómelo, se lo regalo! Es de los buenos. Lo va a tranquilizar. JEFE DE LA ESTACION: Yo estoy tranquilo, siempre estoy tranquilo. Aquí nunca pasa nada. Todo a horario, como corresponde. LA HIPPIE: ¿Quiere que vayamos a tomar un café? JEFE DE LA ESTACION: ¡Oh, dios mío, otro café! No, gracias, yo no tomo café. Nunca. Solo en las mañanas. Deme su boleto, por favor. LA HIPPIE: Mi boleto debe haberse caído, lo debo haber perdido. Acompáñeme, por favor, ayúdeme a buscarlo, yo vine por aquí… (Lo va tocando con inteligencia y el Jefe de la Estación, sin resistirse, sale con ella de la escena). EL VIAJERO: Creo que todos vamos a llegar a tiempo. LA DIVA: Hollywood siempre espera. LA LADRONA: La justicia, no. LA ALPINISTA: El problema es que todos vamos a distintas partes. Hay que ver qué tren llega primero. (A la Ejecutiva) Y usted ¿adónde va? LA EJECUTIVA (La mira con furia y luego le ladra): ¡Guau! ¡Guau!
Escena 14 En la pantalla grande se proyecta un aviso publicitario televisivo basado en el siguiente guión (imágenes a discreción del director). Mientras se proyecta el video los actores van lentamente involucrándose en la propuesta y entusiasmándose con ella. LA CHICA DE FERROCARRILES: Ferrocarriles La Esperanza les da la bienvenida y los invita a disfrutar de su maravilloso y eficiente servicio. Nuestros clientes son la primera prioridad para nosotros y todos nuestros esfuerzos están dirigidos a hacer más placentera su espera y su viaje. Nuestros vagones están dotados de ventanillas especialmente diseñadas para mantener su actitud positiva ante la transformación, todavía inconclusa, del proceso de globalización, evitando la visión de ciertos bolsones de crueldad que todavía perduran. Ellas no reflejan jamás la realidad: son pantallas de televisión en las que usted podrá disfrutar de los más agradables y exóticos paisajes que lo invitarán a soñar y apreciar la diversidad cultural wherever you go. Nuestras boleterías les ofrecen detallada información sobre los itinerarios, horarios, y demás servicios de a bordo. Para su comodidad, puede elegir entre vagones especialmente diseñados para diverso tipo de pasajeros: vagones “english only”, bilingual wagons, first class, second class and naco wagons; “straight only”, “gays and lesbians” y vagones intermedios para bisexuales e indecisos. Contamos también con un vagón hospital al que usted puede acceder fácilmente con la mera presentación de su seguro médico al día. Indocumentados abstenerse. Las guías ferroviarias especialmente diseñadas incluyen y enlazan todas las ciudades, pueblos y aldeas de la nación, incluso aquellas que ya no figuran en el mapa debido a su desaparición en la escena global. Por razones presupuestarias los trenes no siempre cumplen las indicaciones contenidas en las guías y a veces no pasan efectivamente por las estaciones previstas. Por tal motivo, contamos con maravillosas salas de espera en las que usted podrá disfrutar la compañía de los otros viajeros, y el agradable ambiente que le invitará a quedarse indefinidamente. Ellas cumplen todas las normas de higiene exigidas por la Organización Mundial de la Salud, La Secretaría de Transporte y el Ministerio de Salud nacionales. Previendo la posibilidad de la extendida espera, ofrecemos vagones comedor, vagón quinceañera, registro civil, vagón de bodas, vagón capilla ardiente y vagón morgue para que todos lleguen frescos e incorruptos a su destino. Se ofrece información en varios idiomas y el acceso por internet está también a su disposición... si usted tiene una computadora... puede hacer un viaje virtual... a todos los lugares imaginarios y no imaginables. Los pasajes para este tipo de viajes están en oferta y se aceptan descuentos con la presentación de cupones que usted puede encontrar en los alimentos para gatos y una promoción especial en los huevitos “extra large” de codorniz. Obsérvelos, no los tire, pueden traerle la suerte. Aproveche nuestras ofertas, los pasajes están a precio reducido para este tipo de viajes virtuales de los que ustedes regresaran felices y satisfechos sin haber jamás dejado su cómodo sofá. Además puede consultar nuestros mapas a su disposición. No importa qué lugar busca... todos están si sabe encontrarlos. Los esperamos.
Escena 15 Todos miran el video y quedan fascinados. Se hace silencio y al final todos gritan entusiasmados. Las rivalidades se suspenden. EL VIAJERO: ¿Dónde se pueden comprar boletos? ALPINISTA: Qué importa eso ahora. Lo importante es comprarlos donde sea. EJECUTIVA: Billeto, non molto caro. LADRONA: ¿Qué dice? Madre, madre.... traduzca por favor. ¡Ay, madre, todo lo que me voy a llevar de tantos lugares! LA MONJA: Yo quiero comprar muchos boletos para revenderlos y con la diferencia voy a tomar clases de inglés. LA HIPPIE: Yo quiero alcanzar mi sueño. Voy a comprar boletos para compartir el cigarro con el Dalai Lama. LA DIVA: Entonces yo voy a comprar boletos para todas mis giras. EL VIAJERO: Alguien me puede decir dónde se compran los boletos. Podría comprar cinco boletos al mes y así tendría resuelto el problema de mis servicios fúnebres. Además puedo descontar la inversión de mis impuestos como gastos de la corporación. Aparece EL Jefe y todos se lanzan sobre él diciéndole “señor” “señor, boletos, boletos queremos comprar boletos” El JEFE: Lamento decirles que los boletos vienen por tren. Si ustedes esperan, cuando llegue el tren, si llega, podrán comprar los boletos. De todos modos, les advierto que los trenes no siempre cumplen los horarios ni van a los destinos anunciados y a veces tampoco pasan por las estaciones. Yo apelo al patriotismo de todos... esperen con resignación. Por favor, behave.
Escena 16 El tiempo transcurre, cada cual vuelve a sus propios hábitos: la Ejecutiva trabaja en su laptop, la Monja lee, la Hippie ordena su cartera, la Diva se pinta las uñas, etc. Están cansados de esperar. Se oyen suspiros. LA EJECUTIVA: Scusi.... ¿A qué hora viene el treno? LA DIVA: Esta mujer tiene razón, ¡cuánto hace que no viene el tren! EL VIAJERO: ¿Cuánto hace que esperamos? LA ALPINISTA: A mí me parece que esto es un engaño LA HIPPIE: ¿Cómo? ¿Qué dicen? LA MONJA: El Vaticano debería intervenir LA LADRONA: Son todos unos mentirosos, unos ladrones. Hay que protestar, hay que protestar. LA DIVA: Promesas falsas, darling. LAHIPPIE: Marchemos en silencio y en paz. EL VIAJERO (en tono de arenga): En las sociedades capitalistas se marcha organizadamente. Vamos a invertir nuestro dinero en organizar la protesta. ¡Escribamos carteles.....! LA DIVA: ¡Expresemos nuestras emociones..! LA ALPINISTA: ¡Pueblo, a las barricadas! LA MONJA: ¡Marchemos con la bendición de Dios! LA DIVA: ¡Marchemos con charm, charm, charm! Reparten entre el público, marcadores de colores y cartulinas para hacer carteles y ellos también se ponen a trabajar. En cuanto tienen los carteles listos, marchan y cantan. “Los rieles tendidos, jamás serán unidos” Algunas sugerencias para los carteles: “Desperazione”, “Ladrones”, “Enron Latinoamericano”, “Al infierno con los ferrocarriles”. Durante la marcha comienza nuevamente, la proyección del video de publicidad que poco a poco va acallando la protesta. Los personajes van bajando el volumen de la protesta y, progresivamente, se quedan otra vez fascinados y quietos frente a la pantalla. Dejan caer los carteles al piso. Suena la orquesta, se miran, y ahora miran los carteles con extrañeza y con cierta vergüenza al tiempo que lentamente, uno a uno, regresan a la sala de espera. Se miran incómodos.
Escena 17 LA MONJA: Deberíamos darles otra oportunidad y confiar más en la Providencia Divina. Bienaventurados los que trabajan porque para ellos será el tren de las nubes. EL JEFE: Trabajo, sí. Como dijo la hermana, hay que esforzarse. Los pueblos que esperan todo del Estado no progresarán jamás. LA LADRONA: Necesitamos capitales para colaborar. EL VIAJERO: No necesitamos capitales británicos. Lo que necesitamos es volver al sueño bolivariano. LA DIVA: Yo apoyo todo lo que tenga que ver con el suelo boliviano. LA HIPPIE: Claro, claro hay que trabajar en comunidad. Sembrar, compartir todo. Nada de dinero, sólo el trueque. Trabajar con música, con amor y en paz. LA ALPINISTA (A la Ejecutiva, señalando la computadora): Fíjese los precios de los rieles en la internet. LA EJECUTIVA: ¡Molto caro, carissimo!!!! LA MONJA: No importa, las misas son una buena fuente de dinero. LA LADRONA: ¡Ay madre, yo le ayudo a juntar el dinero! EL VIAJERO (Solapadamente): Hermana, negociemos. La industria de la televisión anuncia sus misas pero en el sermón... el cura anuncia mis negocios. LA ALPINISTA: A mí todo esto me parece muy lindo, pero si no llegan los trenes.... No tenemos ni rieles, ni capitales, ni misas... LA HIPPIE: Tranquilícense. Entonces tendremos que seguir esperando.
Escena 18 Mientras los títeres hablan, esta vez la sala de espera permanece iluminada y los actores se aíslan, enfrascados en sus propios mundos. Autismo. VIEJO: ¿Es la muerte una persona? VIEJA: Es una presencia… es nada y todo… es lo que usted quiere que sea. VIEJO: A veces me recuerda a mí mismo… VIEJA: Ya nadie sabe cómo te llamas. Voces ocultas… gritos sin rostros… VIEJO: Gritos sin rostros… voces ocultas. VIEJA: ¿Hablaste tú? ¿Es el eco? VIEJO: ¿Estamos muertos? VIEJA: Ya este pueblo nos ha abandonado. VIEJO: Como siempre… como siempre el tren tampoco llegará hoy. VIEJA: Mejor nos vamos… hay muchas voces por aquí. VIEJO: Nos vemos mañana. VIEJA: Si no nos morimos antes… Se hace un largo silencio. LA LADRONA (rompiendo el silencio): ¿Adónde vamos? LA DIVA: ¿Cómo sabemos que el tren nos lleva a donde queremos ir? EL JEFE: Lo importante no es a dónde vamos, lo importante es abordar el tren.... EL VIAJERO: Una vez subidos al tren, la vida tomará algún rumbo. LA ALPINISTA: ¡Qué importa si ese rumbo no es el nuestro!
Escena 19 Se proyecta en la pantalla un flash informativo que sorprende a los actores. FLASH INFORMATIVO: CONVIERTASE EN ACCIONISTA. FRANCISCO PONCE DEL PONCHO VERDE: Muchas gracias, estudios. Estamos aquí en la sede de los Ferrocarriles la Esperanza donde se acaba de anunciar un maravilloso plan de inversiones. Se ponen a la venta acciones de la empresa a precios módicos, al alcance de cualquier bolsillo. Aquí está un vecino/a que acaba de adquirir cinco acciones a cinco pesos cada una. ¿Cómo se siente ahora que es accionista de esta empresa? VECINO/A: Muy conmovido. Es la primera vez que soy accionista. Estoy contento/a porque con los ahorritos que hizo mi mujer/marido en los últimos años, aunque no pude poner el agua potable en casa porque no me alcanzaba el dinero, ahora soy accionista, estoy orgulloso de ser parte del progreso de la Nación. FRANCISCO PONCE DEL PONCHO VERDE: ¿Qué beneficios tiene con ser accionista? VECINO/A: Bueno... tenemos descuentos y cupones gratis para todos los viajes que hagamos yo y mi familia... eh... Nunca fuimos a ninguna parte... mmm... pero ahora que somos accionistas, sí vamos a viajar... Y yo les digo a mis vecinos y a mis compadres que compren acciones, no se pierdan la oportunidad, así todo el pueblo podrá viajar junto... FRANCISCO PONCE DEL PONCHO VERDE: Aquí Pancho del Poncho Verde, reportando y volviendo al estudio... LA PERIODISTA: Gracias Poncho del Pancho. Según entiendo, el plazo para adquirir acciones vence la semana que entra. Queridos televidentes, no se pierdan esta oportunidad magnífica de convertirse en inversores y en ser parte activa del futuro global que nos espera.
Escena 20 Todos se ponen muy alegres y entusiastas. Buscan dinero en sus bolsillos, debajo de las sillas, piden dinero al público y se van alejando, se van perdiendo entre los espectadores. Comienza la proyección en la pantalla grande del Flash Ultimo Momento. FLASH ULTIMO MOMENTO: DESASTRE EN LA BOLSA. LA PERIODISTA: Según nuestros servicios informativos de Global Press, las bolsas de Tokio y de Nueva York han caído estrepitosamente. Se espera el efecto dominó en los países periféricos. Los países centrales creen que superarán la crisis en unos pocos días, mientras que los países que no han completado la globalización... bueno... eh... (disimulando su nerviosismo). Mejor ahora pasamos con Poncho del Pancho o... Pancho del Poncho... desde exteriores. FRANCISCO PONCE DEL PONCHO VERDE: (Todo agitado) La gente está llegando desesperada, intentan encontrar un representante de la empresa Ferrocarriles La Esperanza para pedir devolución de su dinero. Son los recientes accionistas de esta empresa que debido a la crisis acaba de anunciar la suspensión de todas las obras anunciadas por una quiebra inminente. GERENTE DE FERROCARRILES (intentando escapar de la multitud enardecida): Lamentablemente... lamentamos mucho esta situación. No somos responsables de lo que está pasando y pronto daremos una respuesta a sus demandas. Por ahora, la empresa está dispuesta a ofrecerles viajes gratis a todos los destinos. Por el momento, los abogados de la empresa no me permiten hacer declaraciones y desafortunadamente, no nos ha sido posible contactar a los accionistas mayoritarios de la empresa. (Se escapa casi aterrorizado de la multitud) FRANCISCO PONCE DEL PONCHO VERDE: Mucha gente está aquí desesperada.... ¿Pueden escuchar en el estudio los gritos y las protestas? Parece ser que los directivos ya salieron del país. La situación se pone difícil, tengo que retirarme del aire pero los mantendré informados. Hacia el final del Flash Informativo, los personajes, enajenados, van reapareciendo semi-desnudos con sus uniformes blancos destrozados. Llegan casi vencidos a la sala de espera.
Escena 21 Algunos se sientan en los taburetes, dándose la espalda; otros, sin mirarse, en el piso, menos el Jefe de la Estación. La Hippie está embarazada y lee un libro. La Ladrona se queja a gritos del dolor en un brazo. La Ejecutiva sigue escribiendo pero ahora sin la computadora y mira alrededor extraviada. La Monja habla italiano, repite y repite las mismas frases, lleva la cofia invertida y arma un cigarro para fumar. La Alpinista, con patas de rana y aparato de bucear, está sentada e inmóvil. El Viajero la va de seductor. La D iva mira y aplaude constantemente festejando compulsiva y mecánicamente las situaciones. EL VIAJERO: (a la Hippie). Disculpe, ¿Me puede decir la hora? (La Hippie no contesta) Disculpe, ¿qué está leyendo?... ¿Le gusta mucho leer? A mi mamá le gustaba mucho leer también. LA HIPPIE (Reaccionando sólo a la última frase del Viajero): ¿De verdad? A todas las madres nos gusta leer. Es bueno para la criatura, así no nacen analfabetos.... EL VIAJERO: La invito a tomar un café. LA HIPPIE (con candidez virginal y tocándose el vientre): Yo no sé si debería... EL VIAJERO: Hay una cafetería aquí cerca. (Salen. La Hippie, con timidez, como si estuviera siendo observada, sale dejándose llevar por el Viajero y deja el libro sobre la silla. El viajero le pasa el brazo por el hombro). La Diva mira el libro de reojo, se pone a leer el libro en la silla de la hippie. Intermitentemente mira, escucha, deja el libro y aplaude. LA LADRONA: (Que ha estado gritando todo el tiempo) Nadie me va a hacer una transfusión. ¡Un médico! ¡Un médico, por favor! LA MONJA (como en un estado de letargo): ¿Qué le pasó? LA LADRONA : Estaba en una tienda y de pronto pim, pum, pam. Me balearon el brazo. LA EJECUTIVA (furiosa reacciona al relato de la Ladrona): Guau, guau. LA ALPINISTA (desplazándose como si estuviera en el fondo del mar): Tiburones, tiburones tienen que haber sido.... ¡tanta sangre! El Viajero vuelve y ve que la Diva está leyendo. Se acerca y reinicia la misma escena de conquista anterior. Cuando van a salir, entra la Hippie y la Diva esconde el libro. EL VIAJERO: (a la Diva). Disculpe, ¿me puede decir la hora? (La Diva riéndose sin control, no contesta) Disculpe, ¿que está leyendo?... ¿Le gusta mucho leer? A mi hermana le gustaba mucho leer también. LA DIVA (Reaccionando sólo a la última frase del Viajero): ¿De verdad? A todas las madres nos gusta leer. Es bueno para la criatura, así no nacen analfabetos... EL VIAJERO: La invito a tomar un café. LA DIVA (halagada) Yo no sé si debería... EL VIAJERO: Hay una cafetería aquí cerca. (Salen. La Diva se deja conducir por el Viajero, llevándose el libro. El Viajero le pasa el brazo por el hombro). Entra la Hippie, buscando su libro; recorre cuidadosamente toda la sala de espera, con mirada acusadora. LA HIPPIE: ¿Dónde está mi libro? ¡Mi libro! LA MONJA: Tranquilízate... tranquilízate m’hijita, toma. (le ofrece el cigarro que la Hippie rechaza. Sigue buscando el libro, observando cuidadosamente a cada personaje. Cuando se acerca a la Alpinista... LA ALPINISTA: Los tiburones no comen libros... LA HIPPIE: (Mira a la Ejecutiva que, con ojos desorbitados, le ladra. Se acerca a la Ladrona que sigue gritando. Mira atentamente la herida en el brazo y, usando sus dedos como una pinza extrae un objeto que sólo ella ve; con felicidad exclama): ¡Mi libro! ¡Aquí está mi libro! ¡Por fin lo encontré! LA LADRONA: ¡Ahora sí que estoy más aliviada!
Escena 22
CONTINUARÁ… |
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