ANTONIO ÁLAMO: UN ESCRITOR
LILA Y CORTÉS
por Gustavo Ott
El nombre de Antonio Álamo se nos hizo común
gracias a un chisme. Lo oímos por vez primera en 1993 cuando
se llevó el Premio Tirso de Molina con su obra Los
borrachos. Lo hizo y enseguida desató una tormenta
institucional -y el chisme, no faltaba más- porque apenas
unos meses antes, esa misma obra había ganado otro premio
de importancia nacional. Sin embargo, el Tirso es el Tirso -para
el que no lo sepa, se trata del más importante premio de
dramaturgia en lengua castellana- y Antonio, como lo haría
cualquiera de nosotros, abandonó el premio anterior -bueno
y agradecido- por el Tirso de Molina-entusiasmado y categórico.
Lo desacreditaron por hacer lo obvio y la rivalidad
del teatro español no hizo sino mostrar esa vieja y ya clásica
saña contra todo lo que le es propio, ese proverbial prejuicio
contra lo que es joven y de allí, esa envidia mítica
y tan ibérica como la que Lope sentía por Calderón.
En fin, esa característica tan nuestra, los que hablamos
español, que en algunos casos nos hace sentir particularmente
orgullosos de lo que somos.
Antonio hizo luego lo más difícil:
mantenerse. Seguir escribiendo, estrenando, ganando premios (Born,1996
y Finalista en el Premio Nacional de Literatura Dramática),
en fin, haciendo lo suyo y nada más, actitud también
poco común entre los autores de nuestro idioma, fascinados
casi todos con el delirio del poder y el éxito. Hoy, a casi
diez años del ya simpático y casi envidiable episodio
de "los dos premios', Álamo se levanta como el mejor
autor joven de España. Les aseguro que esto no sólo
lo digo yo, sino que es voz común entre todos los interesados
por el texto dramático actual. Y si no es suficiente, pues
entonces que lo diga el publico, que va a sus obras y compra sus
libros. Éste es Antonio Álamo. Todo un privilegio
entrevistarlo y un honor tenerlo en Caracas.
GUSTAVO OTT: Dices que el autor inicia toda
obra como un juego. ¿Sabe el autor cuando deja de jugar?
ANTONIO ALAMO: Creo que sin el juego difícilmente hay arte.
El Quijote, por ejemplo, es puro juego. "Vamos a burlarnos
de los libros de caballería", parece decir Cervantes.
Y tiene la intención de escribir una novelita (otra de sus
novelas ejemplares), pero los personajes se le desbocan, y todas
sus intenciones se van al traste. El juego es, yo creo, la disposición
primera. Y la más sana.
GO: ¿Sabe un autor cuando hay que dejar
de jugar, cuando la obra le sobrepasa?
AL: No me imagino a nadie pensando: "ahora voy a escribir la
Gran Novela o la Gran Obra Dramática de Mi Tiempo".
Esa responsabilidad, creo, ahogaría la creatividad para,
incluso, escribir algo que no fuera un tostón. Los hindúes
dicen que la esencia de la realidad es "lila", palabra
sánscrita que no significa sino juego. Una vez que estamos
jugando podemos tomarnos el juego como algo serio o como algo banal.
Los niños siempre se toman el juego muy en serio. Y sí,
desde luego yo, en mi trabajo, no siempre estoy a la altura de mis
mejores cotas. Algunos días uno se levanta transparente y
en otras opaco. Uno nunca es un escritor: tienes que convertirte
en eso cada vez que te sientas delante del ordenador.
GO: Quizás la pregunta que más
me hacen en talleres y entrevistas tiene que ver con los ritos del
creador. ¿Qué haces antes de escribir, cuál
es tu método, tus ritos, tus rutinas? Sobre todo: ¿cómo
lo haces? ¿Qué haces, por ejemplo, cuando tienes un
bloqueo?
AL: Los ritos y rutinas cambian de tiempo en tiempo. Algunas constantes:
el café, los cigarrillos, el silencio. En cuanto a los bloqueos...
son cosa del oficio. Inevitables. Normalmente tiendo a pensar
que el bloqueo creativo (siempre y cuando no sobrevenga por un problema
de tipo emocional, el cual en cualquier caso puede ser repensado
en la escritura) es producto de una decisión equivocada que
tomé varias páginas atrás, así que reviso
el material acumulado y lo analizo lo más objetivamente de
lo que soy capaz. Si tengo la historia muy avanzada y ando buscando
un click que no acaba de llegar, puede ser útil la ingestión
de algún alucinógeno, especialmente LSD, que siempre
nos abre puertas desconocidas. Las drogas, en general, son útiles
siempre y cuando haya desarrollado un trabajo previo profundo. Si
no representan el origen de muchos males.
GO: ¿Has hecho obras por encargo? ¿Cómo
te sientes cuando tienes la obligación de escribir?
AL: La mayoría de mis obras dramáticas son de encargo.
Éstas te someten a una tensión extra: a un plazo de
entrega así como el depender de un criterio ajeno. Las suelo
disfrutar menos, pero eso no quiere decir que no hayan salido buenas
cosas de ahí. "Pasos" y "Grande como una tumba"
son obras por encargo.
GO: ¿De dónde te vienen las vetas
para comenzar a crear? ¿La lectura? ¿La gente? ¿La
tv? ¿Qué ves primero: la situación, el contexto,
los personajes, diálogos?
AL: Cada obra, te exige un camino distinto. Eso es lo bueno. Difícilmente
podemos establecer una rutina, un modo de operar idéntico,
una monotonía. Lo mismo puede ser dicho respecto a la inspiración
inicial, que puede proceder de una fuente intelectual, de algo que
nos contaron, de algo que vivimos o quién sabe.
GO: ¿Sabes cómo termina una obra
cuando comienzas a trabajar?
AL: Puedo intuirlo a lo sumo.
GO: ¿Cuánto tiempo te lleva?
AL: Máximo tres meses.
Antonio ha entrado con éxito en la novela.
Vende libros y poco a poco su obra se identifica con la nueva narrativa
española. Es premio Lengua de Trapo 1996 con su novela "Breve
historia de la inmortalidad". Entre cuentos y novelas, es de
esos escritores de los que hay que cuidarse, porque digas lo que
digas frente a ellos, apareces luego en su próximo libro.
Pero Álamo mantiene su perfil como autor de teatro: traducciones,
montajes en todo el mundo, incluyendo su estreno en Caracas hace
apenas tres meses. Es el autor español con más estrenos
en América Latina: México, Buenos Aires, Caracas.
GO: ¿Cuáles ideas reconoces como
novelas y cuáles como teatro?
AL: Eso es algo que sabes sin saber cómo lo sabes. Tienes
una determinada idea que piensas como teatro y que jamás
se te ocurriría llevar a la novela. La novela es más
bien un diálogo íntimo con el lector en tanto que
en el teatro uno habla a una gran cantidad de gente. Pocas veces
o ninguna he sido autobiográfico en mis piezas y sí
en la novela. La diferencia de receptores lo es todo.
GO: Se diría que eres ese autor "de
tipo norteamericano", es decir, de alto nivel experimental
y original, pero también con respaldo de público,
que escribe para el espectador. En Europa y América Latina
nos gusta pensar que ambas cosas no tienen relación. ¿Estás
consciente del espectador a la hora de escribir?
AL: Cuando uno está escribiendo apenas tiene en cuenta el
público y ni siquiera la técnica para alcanzar a ese
público, excepto la que uno tiene ya tan asumida que es casi
una segunda naturaleza. Pero cuando corriges, claro, piensas en
que hay un patio de butacas que deseas que participe del destino
de los personajes que tienes entre manos.
GO: A muchos autores españoles jóvenes
se le ha acusado de mecánicos , es decir, de
taller. Las mismas preocupaciones, los mismos trucos técnicos,
los mismos lenguajes, los mismos maestros. Se talleriza una generación
y ¿puede eso invalidar su obra? Hubo un exorcismo en la dramaturgia
cinematográfica española que aún no ha podido
sacarle el demonio al texto teatral español actual?
AL: Me cuesta mucho hablar públicamente de mi obra, así
que ¡imagínate hablar de lo que hacen mis colegas!
De todas maneras: más que escuelas hay grupos, donde se suele
dar defensa de unos determinados intereses y no la creación
de una corriente estética.
Antonio Álamo estuvo en Caracas participando
en Tinta Fresca, programa dedicado a la obra inconclusa, organizado
por el Festival Internacional de Teatro bajo la batuta del bueno
de Orlando Arocha. Dice que le gusta Caracas, los colores, la montaña.
Aquí se sentía en casa y a más de un amigo
nos hizo adaptarnos a esos horarios madrileños, con citas
de trabajo a la una de la mañana. Pero su personalidad arropa
y con gente inteligente siempre es un privilegio hablar. Nos despedimos
con un concierto de promesas.
GO: Como te gusta el juego, te propongo jugar
antes de irte. ¿Los autores más importantes?
AL: Sófocles y Shakespeare.
GO: ¿Del siglo XX?
AL: Beckett y Tennessee Williams.
GO: ¿Del idioma español?
AL: Lorca y Valle Inclán.
GO: ¿Y del siglo XXI?
AL: Nosotros.
(RISAS)
GO: Antonio, lo bonito de este juego es que
siempre terminas insultando a alguien. Pero tú eres tan cortés
que te la has ingeniado para no hacerlo. Anda, vete a jugar. Que
en Caracas, cuando todos duermen, la ciudad te espera.
|